sábado, 18 de junio de 2016





Violeta Parra


Violeta del Carmen Parra Sandoval (San Fabián de Alico o San Carlos, 4 de octubre de 1917 - Santiago, 5 de febrero de 1967 ) fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada una de las principales folcloristas en América y gran divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su obra. Es miembro de la prolífica familia Parra.


El aporte de Violeta Parra al quehacer artístico y musical chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina. Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros.


Existe controversia sobre su lugar de nacimiento. La Municipalidad de San Carlos afirma —en su sitio oficial y un cartel a la entrada de la ciudad— ser «la cuna de Violeta Parra» y la casa ubicada en la calle El Roble #531-535 fue declarada monumento histórico en 1992 porque supuestamente allí nació la cantante. En cambio, la familia de Violeta Parra no ratifica este dato y en el sitio de la Fundación Violeta Parra se afirma que la folclorista nació en San Fabián de Alico, localidad ubicada al interior de San Carlos. Sin embargo, Isabel Parra, presidenta de la institución en honor a su madre, apoyó en 2013 la casa de San Carlos al afirmar que ella «será una sucursal de la fundación en el sur».


Su infancia transcurrió principalmente en el campo. Entre 1919 y 1921, la familia residió en Santiago, pero regresó ese mismo año al sur, a Lautaro; después se trasladó a Chillán y finalmente se instaló en Villa Alegre.

Su madre se afanaba sobre la máquina de coser para cooperar a la mantención de la numerosa familia. Violeta sufría continuamente de enfermedades, incluyendo un ataque de viruela a los tres años. Mientras mejoraba, se divertía junto a sus hermanos en las aguas del vecino río Ñuble y en los aserraderos y barracas del sector.

Los niños revelaron precozmente su inclinación al espectáculo. Imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel; Violeta y su hermano Lalo, cantaban a dúo y montaron varias representaciones por las que cobraban entradas a los niños. Violeta empezó a tocar la guitarra a los 9 años, mientras que a los 12 compuso sus primeras canciones.


A principios de la década de 1950, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas, incluyendo a Pablo Neruda. Es así como su repertorio —hasta entonces basado en boleros, cantos españoles, corridos mexicanos y valses peruanos— pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.


Su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras. Trabajó un tiempo en un museo de arte popular y folclórico que ella misma fomentó a crear en la Universidad de Concepción y luego viajó por casi todo Chile, ofreciendo cursos de folclore y recitales.


En esta época, surgieron sus textos más combativos: canciones como «Miren cómo sonríen», «Qué dirá el Santo Padre», «Arauco tiene una pena» y «Según el favor del viento» formaron la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones fueron recogidas en las numerosas ediciones de Canciones reencontradas en París.


Tras intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó a los 49 años en su carpa de La Reina a las 17:40 horas del 5 de febrero de 1967. Una capilla ardiente se levantó en su carpa y su funeral se llevó a cabo dos días más tarde, cuando fue enterrada en un nicho de la galería del Cementerio General de Santiago.

Mientras que para muchos resulta paradójico que la autora de «Gracias a la vida», un himno a la existencia, se suicidara un año después de escribirla, otros críticos de su obra perciben en la letra, en el estilo de musicalización, en los tonos usados y en la monotonía de sus temas, el reflejo de un estado de ánimo depresivo y una canción de despedida.


 Un día, Violeta Parra. me dijo:
“Me falta algo... No sé lo que es. Lo busco y no lo encuentro... Seguramente no lo hallaré jamás.”
Tito Mundt, periodista.











No hay comentarios.:

Publicar un comentario